ANTIFASCISMO DECIDIDO

Joven combatiente al que arrancan la vida granadas antiinsurgentes,

tú eres río que convierte la sangre en agua bendita para el pueblo que arde.

De la mano del niño la mujer blande purpúrea insignia que a los fascistas derrite,

y el hogar en que te forjaste, portador del fusil en la lealtad de las manos,

se eleva sobre escombros que no entierran tu bravura.

 

Llorar no esconde el pañuelo ceñido a la multitud, a esa gente

sin pésames del corrompido Occidente

que tóxica saliva envía con misiles de abandono permanente.

 

Mi porvenir, camarada, llega en cabeza alta con los huesos incendiados.

Porque mi sueño es el golpe que a la vibora asestaremos,

seguiremos perseverando sobre picos protectores que retan a los que emiten

irrespirables vientos.

 

Batir las alas es supremo imperativo.

Torcer los dedos del odio, nuestro primer objetivo.

Saldar cuentas con cadalsos inhumanos, la letra de nuestro himno,

el de colores que estallan en batallas cosidas con frialdad de cuchillos.

 

No sabe hundirse el frente de almas sencillas con corteza de cielos,

ni titanes orientales besan dedos de un Kiev caldeado por ruido de demonios.

Escrito con la letra del valor que no perece,

me entregas tu mensaje, arrojado vástago de la muerte digna.

Me llegó tu herida como un canto a la vida que en alba limpia, independiente,

ahogó con furia nazismo decadente de mirada turbia.