Llegaron a la blogosfera con sus certificados de progresistas avalados por banderas tricolor republicanas y ridículos escudos monárquicos. Desde el principio, se encargaron de hacernos ver que ellos amaban y aman a Izquierda Unida.
En sus bitácoras recogen las antinoticias de Falsimedia y las comentan como si fuesen el máximo exponente de la veracidad informativa.

Las expresiones «sociedad de clases», «lucha de clases», las palabras «imperialista», «unipolaridad», «burgués» o «revolución» acostumbran a ser ausencias en su léxico. Ellos son los nuevos socialdemócratas, los pretendidos salvadores de los restos del fracasado modelo parlamentario liberal. Piensan con mentalidad colonial arrogante, desprecian la diversidad cultural, desconocen el derecho de autodeterminación de los pueblos, y a la lucha armada de liberación nacional de los mismos siempre la denominan «terrorismo». Una vez tras otra.

Se consideran a sí mismos como la vanguardia de la izquierda, cuando sus cerebros y corazones están contaminados por un conservadurismo que no desean admitir como existente. Son los «progres» de saloncito de café y casi nula capacidad analítica. De hecho, si los pusiéramos a trabajar en el laboratorio de un centro sanitario, al tener ante sí diversas muestras de sangre, siempre dirían: «Ya hemos acabado. Sí, efectivamente, esto es de color rojo». Nada de recuento de hematíes, leucocitos, plaquetas y demás.

Desde luego, el tejido vital que circula por nuestros vasos es mucho más colorado que el espíritu reaccionario de los que no son ni socialistas ni comunistas, sino listillos que echan un vistazo a la realidad sin llegar nunca al fondo, a las raíces de ella.

Carne de ONG’s que pescan muy bien en aguas revueltas, estos hiporrevolucionarios sin estrella bermeja que los guíe, no se toman nunca la molestia de revisar sus «conocimientos» ni de contrastar los datos que vierten alegre y gratuitamente en sus páginas. Es inútil llamar su atención, porque parece que sus chips no encuentran recambio en los mercados tecnológicos.

Políticamente correctos, ajenos al materialismo dialéctico y al histórico, Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao o Fidel no son sus compañeros de fatigas. Para estas pandillas organizadas la democracia es el número de escaños que sus gurús del poder legislativo pueden arañar mientras enarbolan el pendón del buen futuro que no pueden dar a la ciudadanía en su conjunto.

El Congreso de los Diputados español, casi por unanimidad, ha aprobado la intervención militar patria en Libia por un mínimo de tres meses. Los grupos que en la Cámara baja representan a IU y a BNG se han opuesto a esa misión pero sin expulsar de sus mensajes las consabidas patrañas en torno a lo que está pasando en territorio libio desde hace ya semanas. La ambigüedad de un Llamazares, por ejemplo, no acaba de poner el dedo en la llaga de la propaganda y el panfleto mediáticos, que alimentan una deformada opinión pública y dan el espaldarazo a trascendentales y corruptas decisiones del Ejecutivo.

Los militantes, los hombres y las mujeres de la base, no son quienes ayudan a mejorar sustancialmente la maltrecha situación. Más bien todo lo contrario.

El pasado día 20 de marzo, Rafael García Almazán, autor del blog Kabila (rafa-almazan.blogspot.com), publicaba una descafeinada entrada supuestamente antibelicista: ¿Por qué no estoy a favor de la intervención en Libia?

Desde el comienzo del conflicto libio, este señor se ha alineado con la versión criminalmente tramposa de los medios de incomunicación corporativos, sin dejar ni un resquicio a la duda razonable. Ahora, aunque no es la primera vez que hace algo similar de un tiempo a esta parte, dice que se opone a la guerra protagonizada por la Coalición Internacional y que comprende que este tema es polémico dentro de las filas de lo que él llama «progresismo». Esto no es una apuesta como la de las quinielas. Que haya gente dispuesta a justificar masacres a nombre de la paz y la libertad es de por sí preocupante al máximo. Pero es que los que parecen estar en contra de invasiones, agresiones y varias formas de practicar injerencismo no paran de hacerse eco de la palabrería infecciosa del establishment ,como si el sistema hegemónico estuviera cargado de buenas intenciones y de justicia.

El imperialismo nunca se ha dejado conducir por móviles humanistas, altruistas, filantrópicos. En realidad es el sembrador de las discordias entre pueblos, entre etnias, entre fratrías , familias y tribus. Después recoge sus cosechas en forma de empresas bélicas genocidas, disfrazadas de salvación de los oprimidos y excluidos. El fin último: dominación, saqueo,la contención y eliminación de la verdadera y legitima rebeldía, control de recursos naturales por élites económicas y financieras que expulsan del Paraíso a los Adanes y a las Evas (los Nadie, como diría Galeano).

La izquierda que no lo es no ve la luz al final de la gruta y nos regala perlas como las que voy a presentar para que ustedes mismos las juzguen como crean conveniente.

Dice don Rafael García, en el texto cuyo enlace ya he dado antes: «Se trata de una agresión de un gobierno a su pueblo, lo que hace que ante lo violento que pueda resultar una invasión, haya amigos que vean que es una solución para evitar más muertes […] Los condicionantes de la participación es verdad que no son como en Iraq, una mentira medida– las famosas armas de destrucción masiva– como excusa.
[…] El día que se presione de verdad a los dictadores para que dejen paso a la democracia, el día que hayamos intentado acabar con esta pléyade de sátrapas antes de que estalle su país, el día que dejemos de vender armas a todos los países con regímenes dictatoriales, […] ese día si fuera necesario me plantearía una necesidad armada».


Tras haber leído estas verdades a medias y medias mentiras, esta piruleta de atrayente envoltorio y tóxica composición, lo que ya es de juzgado de guardia es la retahíla de soplapolleces que disparan casi todos ( hay muy poquitas y elogiables excepciones) los comentaristas del post. Buena parte de ellos equipara, dentro y fuera de sus respectivos blogs, el aparato institucional del Estado de Libia al nazifascismo. Algunas de estas personas exhiben en sus bitácoras la puñetera banderita del rey Idris I, sin explicar quién era este tipejo.

Pero vayamos al grano. Vamos a prestar atención a las perlitas de estos glosadores de la escuela goebbelsiana.

Javi dice, a propósito de la publicación de G. Almazán: «Estoy de acuerdo en que Gadafi es un dictador».


Antònia Pons Valldosera añade: «¿Que tenían que haberle parado antes? por supuesto que sí. Ellos alimentaron al monstruo y ahora quieren pararlo y yo deseo que lo consigan y que cese el baño de sangre. Y espero que la ONU cumpla con su papel de todos y cada uno de los casos que mencionas (se dirige y se refiere, obviamente, al propietario del sitio Kabila)«.


Por su parte, Joan Saura, uno de los peores de todos ellos y con diferencia, expone: «Pero lo que me revuelve las tripas, es ver cómo un mandatario que dice regentar la soberanía de su pueblo, no quiere escucharlo y lo repele a balazos y bombazos porque no le interesa dejar su puesto ¿no podía haber tomado ejemplo de Hosni Mubarak en Egipto, que después de tratar de resolver las manifestaciones con muertos, optó por dimitir y no causar más víctimas de sus ciudadanos? Creo que cuando un pueblo tiene que decir y dice, y no se le escucha y se le repele a costa de sus vidas, ese gobernante está deslegitimado para continuar en su trono. Y llegado a ese caso de revolución la comunidad internacional ¿Ha de quedarse impasible ante derramamiento de sangre, sin más […] los defensores de libertades? […] Creo que el mundo debe desterrar a los dictadores allá donde se encuentren y no auxiliarlos, y creo, que debe darse apoyo a los pueblos que lo quieran para que crezcan como sociedad en paz y equidad.»


Más adelante, el señor Saura en su web «Digamos, que hablamos de…» se une a la propuesta de Actuable.es (otra que se las trae) de criminalizar al Gobierno libio a partir de mentiras imperdonables, así como de pedir a Tri(lateral)nidad Jiménez ( a la Trini tenía que ser) un boicot comercial a la nación norafricana. Es «raro» que algunos no hablen de Israel en estos términos.

Un tal Antonio Rodríguez declara: «En este caso creo que la consecuencia lógica del compromiso de los gobiernos democráticos con los rebeldes era prestarles ayuda, pero esa ayuda era necesaria que llegase antes de que Gadafi destruyera a sangre y fuego a la resistencia libia […] En fin que en todo esto hay una gran dosis de hipocresía pero sobre todo porque no se trata por igual a todos los gobiernos totalitarios.»


Marcos Lanza afirma: «Esta intervención de momento ayuda a los que se levantan contra el opresor, por intentar contrarrestar la diferencia entre ellos y el sátrapa […]


He aquí la aportación del joven Esquirlas de Aire: «Pero también es verdad que de no haber intervenido la «Coalición Internacional» miles de ciudadanos libios habrían sido pasados a cuchillo y la represión del dictador hubiera sido mucho peor.»


Dice Genín: «Yo lo que tengo claro es que a Gadafi había que pararle, reventándole las nalgas o como sea, pero a él solo, […]


Txema sostiene: «Siempre tengo presente, desde el rechazo más absoluto a la guerra, el desastre que supuso para la humanidad no pararle los pies a Hitler a tiempo. Fue la mayor carnicería de la historia.»


El gaditano de extenso currículo Paco Piniella proclama solemnemente: «No se trata de Libia en concreto, el tema es LA INTERVENCIÓN EXTRANJERA EN UN PAÍS QUE ESTÁ SOMETIDO A UNA DICTADURA Y QUE ADEMÁS MASACRA A LA POBLACIÓN CIVIL. Los aliados de entonces no intervinieron en nuestra Guerra Civil y si lo hubieran hecho otro gallo cantaría.»


Don Francisco, profesor titular universitario (no de Historia, evidentemente), antiguo Concejal del Ayuntamiento de Cádiz, militante del Partido Socialista y de Comisiones Obreras, escribe en su rincón piniella.blogspot.com lo siguiente: «Pero es verdad que muchos, como yo, piensan que, a pesar de estas reticencias a lo que pudiera ser un nuevo Irak o un nuevo Vietnam, pesa mucho lo que el pueblo libio está soportando durante años, un régimen tirano al que ahora cuando se le ha opuesto en la calle, responde con la masacre. […] Quiero que Gadafi se vaya y cuanto antes.»


Joan Saura de nuevo a la carga: «La hipocresía con la que actúan los dirigentes políticos de occidente, es causante de mantener a dictadores sin escrúpulos en sus poltronas, a éstos, sólo les interesa sacar partido económico de los que controlan las riquezas de sus suelos aun a costa de la miseria de sus súbditos, no se inmutan ante las represiones de libertad que ejecutan, son falsos defensores de las democracias. […] Si son mentiras sobre que estén masacrando a su pueblo ¿por qué no lo muestran al mundo sin manipulaciones algunas?


Sagitaire 17, hasta donde yo he podido leer (mi estómago no daba más de sí delante de la página), coloca la guindita a tan venenoso producto de repostería con la siguiente «lindeza»: «Pienso que hay que hacer algo para proteger al pueblo libio. Por esto al principio estaba de acuerdo con una intervención militar. Pero lo era mientras era únicamente cuestión de mantener una zona aérea de seguridad para que Gadafi no pueda seguir bombardeando, teniendo en cuenta que era el propio pueblo libio que lo había pedido.»




¿Por qué me acuerdo insistentemente de Frances Stonor Saunders y «La CIA y la Guerra Fría Cultural»?

No creo que esta peña la haya hojeado en su vida. O quizá lo hayan hecho y por eso han aprendido tanto de manipulación y demagogia. Lo que no puedo poner en tela de juicio es que esta progresía que puebla mundos que no son reales se expresan como prisioneros en una gigantesca campana de cristal. Sus conciencias están aisladas de los grandes combates que la cultura y la inconformidad impulsan. Se creen que más allá de ellos no hay posibilidad de mejorar el mundo. Se equivocan. Ellos son la Nada. La rebelión empieza cuando la falsedad de los falsos antiderechistas es detectada y arrojada a un lado de la carretera, para que podemos hacer el camino juntos y sin contratiempos.

Leonor Massanet tiene toda la razón de su parte cuando asegura que con sólo estar en Libia una semana, cualquiera podría apercibirse de comó es la vida allí, sin interferencias, sin intermediarios.

Para compensar el mal rato que habrán pasado les dejo el link de una entrevista que la periodista argentina Stella Calloni le hizo al Coronel Gadafi en los 80’s del siglo anterior. Disfrútenla porque es una joya que encierra una extraordinaria humanidad.

Seguiré sin distraerme.

ENTREVISTA A GADAFI EN LOS AÑOS OCHENTA