El crucifijo es un símbolo de tortura, estamos todos/as de acuerdo
El crucifijo es un símbolo de tortura; estamos todos/as de acuerdo en eso

«Los ustashas consideraban que estaban librando una guerra religiosa: los católicos romanos contra los serbios ortodoxos y orientales, contra los judíos y los bolcheviques ateos. Usar el alfabeto cirílico era un crimen. En Zagreb ningún judío ni serbio podía vivir en la zona norte de la calle Ilica y la calle Vlasko. Todos los serbios debían usar un brazalete azul con la letra P, por pravoslavac (ortodoxo). Les ofrecían la opción de convertirse al catolicismo o ser ejecutados. Los ustashas justificaban la conversión forzada alegando que muchos croatas habían sido obligados a convertirse del catolicismo al cristianismo ortodoxo so pena de muerte en tiempos de la Gran Serbia del zar Dusan en el siglo XIV; los ustashas sólo usaban la fuerza para cancelar la violencia utilizada seiscientos años antes. A veces entraban en las aldeas y pedían a los niños que se hicieran la señal de la cruz. Si se persignaban de izquierda a derecha, los ustashas sabían que eran católicos. Si se persignaban de derecha a izquierda, eran ortodoxos y eran ejecutados al instante.

El exterminio de poblaciones enteras no era nada nuevo. Se había practicado a través de los siglos, mucho antes de que se inventara la palabra “genocidio”. En los últimos setenta años los turcos habían exterminado búlgaros, armenios, herzegovinos y griegos; los griegos habían exterminado turcos, y los ucranianos habían exterminado judíos. Pero sus enemigos tienen razón cuando alegan que los ustashas inauguraron la política del genocidio en la Segunda Guerra Mundial. Casi doscientos cincuenta mil serbios, judíos y gitanos habían sido asesinados en Croacia antes de la Conferencia de Wahnsee, en enero de 1942, cuando Heydrich* propuso ejecutar a los judíos en cámaras de gas en la Polonia ocupada por Alemania. En las condiciones de invasión, resistencia y guerra civil que reinaban en la Croacia de 1941-1945 era imposible compilar las cifras de las víctimas; autores serbios han llegado a calcular 700.000 y autores croatas 60.000, pero las investigaciones recientes de historiadores concienzudos sugieren que la cifra correcta es de 330.000.

 

*Heydrich, Reinhard (1904-1942): dirigente nazi alemán; propuso la adopción de la política de la  “exterminación masiva” de los judíos en la Conferencia de Wahnsee en enero de 1942; gobernador de Bohemia y Moravia en 1941-1942; asesinado por agentes checoslovacos enviados por Londres en junio de 1942.

 

(“Tito. La biografía del líder comunista que gobernó Yugoslavia desde 1945 a 1980″.

Jasper Ridley

Capítulo XIV, página 145″)

 

Mucho se ha resaltado, desde hace, como quien dice, un momento, que el nuevo Jefe de la Ciudad del Vaticano haya optado por darse el nombre papal de Francisco I. Este detalle, nada insignificante, me ha devuelto a la memoria (ya se ha empezado a ver) el terrible episodio de la Croacia de la Segunda Guerra Mundial, colaboracionista del nacionalsocialismo alemán, e incluso más despiadado y genocida que el propio nazismo.

¿Y a qué orden católica pertenecían los más connotados criminales y verdugos de esta trágica etapa histórica europea? Respuesta: a la fundada por el humilde y ensalzado San Francisco de Asís, de quien se decía que amaba a todas las criaturas vivas,» racionales o irracionales», especialmente a los animalitos.

No es dudoso que, si así fue el verdadero Francisco el italiano, este sobrio varón no hubiese bendecido las atrocidades cometidas por los bestias de sus «hijos o hermanos» de haberlos conocido en el siglo XX. Tremenda lástima da que el neoustashismo haya cobrado con el paso del tiempo una fuerza que jamás debería haber sido recuperada. Gran parte de lo ocurrido con Yugoslavia y su desintegración en la centuria pasada hunde sus raíces en los hechos que a continuación paso a exponer.

Tengo archivados numerosos documentos que relatan la verdad acerca de lo que he contado a modo de introducción. He seleccionado, sin embargo, uno de los más recientes y completos que haya leído. Extracto lo más relevante. Dicho contenido tiene su origen en unas declaraciones desafortunadas del Cardenal Rouco- Varela hace menos de tres años.  El autor de lo que van a leer es Francisco Vallejo Roales, quien escribió el artículo para la web Misterios al Descubierto en septiembre de 2010.

Al final del post encontrarán un video, de duración breve, que adjunto para complementar lo escrito.

 

Aquí tienen la mayor parte de «El caso del Cardenal Alojzije Stepinac» (con sus correspondientes ilustraciones):

 

» En una declaración del Sr. Rouco Varela en un podcast de la página web regentada por la Conferencia Episcopal se habla básicamente de la constitución y el desarrollo del Concilio Vaticano II. En un apartado, el Sr. Rouco Varela comienza a hablar de acontecimientos históricos del siglo XX en los que se enmarcan los acuerdos del mencionado concilio y hace alusión a la supuesta persecución sistemática a la Iglesia después de la II Guerra Mundial. Transcribo esta parte del discurso literalmente:

(…) Simultáneamente se traza el telón de acero que parte a Europa en dos mitades, al final el año 61, por cierto en el mes de agosto, unos meses antes que se convoque el Concilio Vaticano II, el muro empieza a construirse y si no me equivoco en torno al 10 de agosto del año 1961 la primera… el primer periodo de sesiones del Concilio Vaticano II, se convoca el día de Navidad de ese mismo año y un mundo donde se habla de, bueno, de clara persecución religiosa, eh…, la categoría iglesia del silencio se propaga, se difunde, se conoce, eh…, la detención y la prisión de… figuras destacadísimas de la Iglesia en esos países: el cardenal Mischensci de Hungría, el cardinal Stepinac, de Cracovia, el cardinal Piscinski de Polonia, son detenidos, sometidos a procesos…increíblemente denigrantes y a… torturas psicológicas que todos recordamos, -recordamos los que somos mayores-… y simultáneamente también se abre un nuevo mundo (…)

Esta declaración sospechosamente hecha “de pasada” en la que se nombra a personas desconocidas para cualquier ciudadano de mediana cultura dejan completamente atónito a aquellos que se interesan por la historia contemporánea por varias razones:

-en primer lugar, el Sr. Rouco Varela comete un error asociando al cardenal Stepinac a Cracovia. Alojzije Stepinac no tiene nada que ver con Cracovia (Polonia) sino con Zagreb (antigua Yugoslavia y capital de la actual Croacia) donde Stepinac tuvo su residencia y fue durante el periodo de la II Guerra Mundial Arzobispo en el autoproclamado Estado Independiente de Croacia, vicario oficial del Ejército de los ustasha (“los insurgentes”) durante el gobierno del poglavnic (“caudillo”) Ante Pavelic, fundador y presidente del movimiento ultracatólico Acción Católica y de sus ramas, Hermandad de los Cruzados, etc.

-en segundo lugar, el Sr. Rouco Varela parece tener un recuerdo más bien vago de un personaje coetáneo suyo (“los que somos mayores lo recordamos”), ya que no funda en absoluto sus afirmaciones con ningún dato constatable. Siendo Alojzije Stepinac una figura histórica que ha causado y sigue causando en muchos círculos tanta controversia, no habría estado de más añadir alguna de las razones por las que supuestamente sufrió esa persecución.

Alojzije Stepinac fue juzgado por un tribunal de crímenes de guerra por el gobierno de Tito en la actualmente disuelta Yugoslavia en 1946. Los cargos que se le imputaron merecen un análisis más detenido que las gratuitas afirmaciones de Monseñor Rouco Varela.

Según los datos de la fiscalía, el arzobispo Alojzije Stepinac es acusado de alta traición al gobierno yugoslavo de preguerra, colaboración con el gobierno fascista ultra-católico de los ustasha en el periodo 1941-1945, durante el cual se llevó a cabo uno de los genocidios más espeluznantes de la historia, y haber colaborado activamente con los gobiernos de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini.

Dentro de los círculos católicos y en la lógica y comprensible campaña de lavado de imagen de la Iglesia Católica después del final de los regímenes ultraderechistas en la Europa de 1945, con los que la Iglesia colaboró activamente, se pueden leer argumentaciones de defensa como las siguientes:

Christa Pfenningberger, miembro de la llamada “Comunidad de Apoyo Beatífico” en uno de los folletos “Fuego y luz” dedicado a la figura de Stepinac pública:

“(…) En 1937 es nombrado sucesor del arzobispo. La situación de su diócesis es difícil. El pueblo croata y la Iglesia católica están discriminados en el estado plural yugoslavo. Los obispos están continuamente luchando por el reconocimiento de sus derechos (…). El arzobispo busca el diálogo con sus correligionarios y les recomienda afrontar la difícil situación con la virtud de la pobreza y la oración. 1941: el caos sobre la Tierra, la II Guerra Mundial comienza para Croacia cuando las tropas alemanas entran en Yugoslavia. Los nacionalistas croatas proclaman la independencia de Croacia. El arzobispo Stepinac, que no se involucra en ninguna acción política, se convierte en portavoz de los perseguidos y oprimidos, no importándole de qué religión u origen. Critica abiertamente la teoría de las razas y la persecución de la minoría judía. Durante la guerra organiza sin descanso acciones de apoyo para los necesitados, a los que se reparte alimentos. Ayuda a esconderse a perseguidos y se involucra especialmente con niños huérfanos.

1945. El final de la guerra se proclama. Las tropas alemanas se retiran pero para Croacia no comienza en modo alguno el tiempo de respiro. Los partisanos comunistas de Tito toman el poder y con ellos llegan el terror y la devastación. Cuando los partisanos se acercan a Zagreb, Stepinac es advertido de que va a ser arrestado por crímenes de guerra y probablemente sea asesinado. Él decide quedarse (…) Hoy somos todos testigos de cómo los comunistas, cual plaga de langostas atacan a nuestra nación, ellos son los que quieren arrebatarnos a Dios de nuestros corazones. Inmediatamente comienzan las purgas con la intención de erradicar la fe y a los creyentes. En mayo de 1945 es arrestado pero los obispos y el pueblo se rebelan, por lo que es puesto en libertad. La dictadura sigue su avance. Muchos sacerdotes son asesinados, internados o desaparecen sin dejar rastro. (…) El arzobispo no se deja confundir, “que hagan lo que quieran, yo nunca dejaré de predicar la Verdad”. El 18 de septiembre de 1946 milicianos le toman preso. El proceso que sigue, durante el cual se le ataca con ofensivos sarcasmos y mentiras es una gran farsa. El Papa Pio XII lo califica como “tristissimo processo”. Alosis Stepinac se ha entregado a la abogada de Croacia, a la mejor de las madres, a la santísima Virgen María. Mi culpa radica en no haberme puesto de rodillas ante los comunistas que gobiernan en este país” (…).

Stepinac es condenado a 16 años de arresto y trabajos forzados por colaboración con el régimen de los ustasha y crímenes contra la humanidad (colaboración en el genocidio de serbios ortodoxos). Después de 6 años, su pena es cambiada a arresto domiciliario en 1951. Respecto a las torturas sufridas por Stepinac durante su arresto dice la Sra. Pfenningberger:

“(…) A menudo le pisan sus paquetes de comida o se les coloca al sol para estropearlos. Stepinac calla y reza. (…) La vigilancia es estrecha y continuada. Cuando pasea con sus visitas, siempre va acompañado de un miliciano, circunstancia increíblemente agotadora y enervante. (…) Los guardas le insultan y se burlan de él. “

Otras declaraciones a favor de Stepinac:

-Jean Rupp, obispo de París, en “Hrvatski glas”, 4 de abril 1960:

“Estamos orgullosos de la gran personalidad encarnada en el Cardenal Stepinac. Es un mártir de los tiempos actuales, un mártir cristiano, un mártir de su deber. Podría haber abandonado su país y haber vivido en libertad en el extranjero pero declinó esta oferta del régimen porque en su corazón quería quedarse en Croacia y vivir y morir allí. Ya sea antes, durante o después de la Guerra siempre luchó por la verdad”.

-“Chicago’s American”, 11 de febrero de 1960:

“La muerte de Aloizije Stepinac ha eliminado un símbolo vivo de la resistencia contra el comunismo. A pesar de todo, la enseñanza que nos da su vida permanece en nosotros. Siempre que haya gente de la creencia que sea que no se comprometa con una peligrosa dictadura, tal dictadura no puede sentirse segura”

Dr. Isidor M. Emanuel, Obispo de Speyer en “Bauer”, 1979, pág. 174:

“Con la muerte del Cardenal Stepinac uno de los mejores hombres del siglo nos ha dejado para la eternidad. Cuando oí sobre su muerte, me embargó un pensamiento: ha muerto un santo” 

Se podrían nombrar innumerables aportaciones y artículos en esta línea. Me atrevo a pensar que el Sr. Rouco Varela dispone de interminables fuentes que corroboran la teoría de la conspiración comunista-anticlerical en contra de Stepinac, pues ésta es la línea general del Vaticano desde el final de la II Guerra Mundial que continúa con el nombramiento de Stepinac como Cardenal por Pío XII el 29 de noviembre del año 1952 y culmina con su beatificación de manos de Juan Pablo II en una controvertida ceremonia llevado a cabo en Marija Bistrica, Croacia, en el año 1998.

Se puede resumir la defensa del Cardenal Stepinac con las siguientes afirmaciones:

-luchó por sus ideales en contra del comunismo y por mantener en pie la Iglesia en Croacia.

-no interfirió políticamente en los tristes acontecimientos de la II Guerra Mundial (“el caos sobre la Tierra”), ayudó incluso a los perseguidos sin importarle su origen o religión.

-fue llevado ante un tribunal comunista con la intención de vengarse de él, el juicio en sí fue una farsa.

Como siempre en este tipo de campañas informativas, lo más importante no es lo que se dice, sino lo que se calla. Lo que sí es verdaderamente cierto es el mordaz anticomunismo del cardenal Stepinac, que incluso le hizo pedir en una entrevista concedida a un periodista inglés en 1946 que las tropas aliadas hicieran uso de la bomba atómica en Yugoslavia para acabar con el gobierno de Tito (ignoro si el Vaticano lo tuvo en cuenta para su beatificación).

Lo cierto es que Stepinac era arzobispo de Zagreb cuando en 1941 y tras la invasión de las tropas alemanas Ante Pavelic regresa del exilio y funda el Estado Independiente de Croacia (Nezavisna Država Hrvatska). Unos días después de su toma de poder, concretamente el 16 de abril de 1941, Stepinac tiene una audiencia oficial con Ante Pavelic en la que felicita a éste y le otorga su bendición. En el diario oficial incautado tras la guerra se puede leer:

“El arzobispo le dio su bendición por su trabajo. Cuando hubo terminado de hablar, Pavelic, siempre nombrado con su título de caudillo (“poglavnik”) proclamó que tenía la intención de apoyar a la Iglesia católica en todo lo que fuera menester. También dijo que iba a exterminar a la secta de los antiguos católicos(1) cuyo divorcio de la Iglesia estaba ya confirmado. Estas palabras complacieron a Stepinac sobremanera. Stepinac publica el 28 de abril de 1941 una pastoral de apoyo al gobierno de los ustasha con el siguiente contenido: “aunque los acontecimientos actuales son muy intrincados, aunque los factores que afectan a su desarrollo son muy diversos, es muy fácil reconocer la mano de Dios en esta obra”

El personaje con el que tiene esta audiencia el Sr. Stepinac, el caudillo (poglavnik) Ante Pavelic es el fundador del movimiento de los ustasha (“los insurgentes”) en 1919, que se valen de métodos terroristas para terminar con el gobierno del entonces Reino de Yugoslavia. Desde 1929 vive exiliado en la Italia fascista de Mussolini, desde donde dirige diversos actos de terror de estado. Entre otros es declarado culpable del atentado que causa la vida al rey Alejando I de Yugoslavia y al ministro de Asuntos Exteriores francés Louis Barthou en Marsella en 1934, crimen por el que es juzgado y condenado a muerte in absentia por un tribunal francés.

Stepinac convierte la fecha del cumpleaños de Ante Pavelic en una festividad eclesiástica, haciendo que éste se celebre en todas la iglesias y dedicándole unte deum. A partir de 1942, Stepinac y otros diez clérigos nombrados por él obtienen sendos escaños en el parlamento ustasha. En 1943, cuando ya habían sido exterminados cientos de miles de serbios ortodoxos en nombre de Dios, remite una carta de agradecimiento a los monjes franciscanos (los más fieles colaboradores de los ustasha) por su “merecida labor de convertir ortodoxos al catolicismo”.

Cuando las tropas alemanas invaden Yugoslavia el 6 de abril de 1941, apoyadas por el batallón ustasha llamado “Quinta Columna”, Pavelic es puesto en el poder en un estado marioneta de Hitler en el autodenominado ultra-católico Estado Independiente de Croacia. Los ejes de su política los resume en junio de 1941 el entonces ministro de Educación y Cultura del gobierno ustasha, Mile Bubak, en unas ya legendarias declaraciones:

“El fundamento del movimiento de los ustasha es la religión. Para las minorías como serbios, judíos y gitanos tenemos preparadas tres millones de balas. Vamos a aniquilar a un tercio de serbios, expulsaremos a otro tercio y convertiremos al catolicismo a otro tercio. Así Croacia quedará libre de serbios y dentro de diez años Croacia será 100% católica”

O, según las declaraciones del monje franciscano y gobernador de provincia, padre Simic:

“Los serbios ortodoxos sólo molestan (en la creación del estado croata(2)). Por eso tenemos que hacerles un proceso rápido. Hay que matar a todos los serbios lo antes posible. Éste es nuestro programa”

Los planes del recién instaurado estado de los ustasha encajan perfectamente con las pretensiones del Vaticano de crear un bastión católico en los Balcanes que impidiera la expansión de la ortodoxia hacia el occidente ya desde el siglo XI.

La política de conversión forzosa al catolicismo obtuvo oficialidad tras el aval de la jerarquía croata el 17 de noviembre de 1941, cuando el arzobispo Stepinac convoca una conferencia episcopal en Zagreb en el que la conversión forzosa tomaba forma canónica en la resolución registrada con el número 253. El que se dio en llamar “el comité de los tres” tomó entonces las decisiones de cómo afrontar tamaña tarea mediante los acuerdos que firmaron el arzobispo Stepinac, el obispo de Senj, Viktor Buri y el administrador apostólico, Dr. Janko Simrak en diálogo con el Ministro ustasha de Justicia y Religión. Según datos facilitados por el mismo Stepinac al papa Pío XII el 18 de mayo de 1944, unos 240.000 serbios habrían sido convertidos al catolicismo por aquel entonces.

Stepinac fue nombrado vicario apostólico por el Vaticano y desempeña el cargo religioso de más alto rango en el gobierno del Estado Independiente Católico de Croacia. Como vicario supremo del ejército nombró a los sacerdotes ustashaVilim Cecelja y Stipe Vucetic como sus representantes. Al aceptar esta posición, Stepinac se ofrece como un ejemplo a seguir para el resto de la jerarquía católica en Croacia sometiéndose y apoyando al gobierno del poglavnik y  sus fines políticos. En una carta pastoral insta a la jerarquía católica croata al apoyo incondicional del nuevo gobierno a los pocos días de la toma de poder.

Siguiendo su ejemplo, 120 sacerdotes católicos se unen inmediatamente al ejércitoustasha como capellanes militares, muchos de ellos dirigiendo incluso batallones de asalto en acciones de exterminio y saqueo de pueblos serbios. Siguiendo también su ejemplo, especialmente la orden de los franciscanos participa activamente con el régimen ustasha. Por ejemplo, uno de los centros más importantes del reparto de propaganda fue el monasterio franciscano en Siroki Brijeg, en Hercegovina, donde acorde con el panfleto del gobierno Hrvatski Narod del 4 de junio de 1941, el clérigo Dr. Radoslav Glavas funda un movimiento secreto de juventudesustasha(3).

El sacerdote Srecko Peric del monasterio Gorica, cerca de la ciudad de Livno, declara en uno de sus sermones:

“Masacrad a todos los serbios. Matad primero a mi hermana, que está casada con un serbio, y luego a todos los serbios. Cuando hayáis terminado el trabajo, venid a mi iglesia y confesaos conmigo para obtener el perdón de vuestros pecados”

Efectivamente la masacre comienza ya el 10 de agosto de 1941, 5.600 serbios habrían sido asesinados ese día sólo en el distrito de Livno. Otra de las primeras “medidas” para la creación de este nuevo estado ultra-católico de terror fue la toma, destrucción o asimilación de iglesias ortodoxas, como por ejemplo en Drljace, Brdjani, Kinjacka, Cetvrkovac, Petrinja y Svinjica. La mayoría fueron saqueadas, sus riquezas traspasadas a las iglesias católicas y sus sacerdotes asesinados por los ustasha en su operación de limpieza.

Uno de los asesinos más famosos durante todo el periodo ustasha fue el monje franciscano Miroslav Filipovic, que ya era miembro del movimiento ustasha antes de la guerra. En el juicio llevado a cabo contra él al final de la guerra, Filipovic confiesa haber participado en masacres en la ciudad de Drakulic, cerca de Banjaluka. Confiesa que su primera víctima fue un niño al que mató con sus propias manos a la vez que arengaba a su comando:

“Ustashas, voy a recristianizar a estos degenerados en nombre de Dios y espero que sigáis mi ejemplo”

Esto ocurrió en la ciudad de Drakulic, donde sólo en un día fueron exterminados 1.500 serbios ortodoxos. Gracias a tales hazañas, el padre Filipovic es nombrado comandante de Jasenovac. Jasenovac era un campo de exterminio creado por el gobierno de los ustasha donde se cometió uno de los mayores crímenes de la historia. No se sabe a ciencia cierta cuántos serbios fueron asesinados en Jasenovac puesto que, por razones obvias, no ha habido grandes estudios al respecto. Las fuentes croatas afirman que “no más de 30.000” personas murieron allí(4) las fuentes de la parte contraria hablan de un millón de personas. Estudios históricos más serios parecen avalar una cifra de alrededor de 600.000 asesinados en Jasenovac. Junto con Filipovic, otros sacerdotes católicos como el padre Zvonko Brekalo, Zvonko Lipovac y el monje franciscano Culina participaron también en el holocausto de Jasenovac.

En la ciudad de Dvor na Uni, el sacerdote Antón Djuric escribe un diario de sus actividades como funcionario ustasha. Según este diario, por orden directa de dicho sacerdote, un comando ustasha saquea y quema el pueblo de Segestin, donde 150 serbios son asesinados, y en el pueblo de Goricka manda arrestar a otros 117 que son inmediatamente deportados a campos de concentración.

Los testimonios de las víctimas son tan aterradores que se acercan a la inverosimilitud. El profesor superviviente de la escuela del pueblo serbio Belenice ofrece el siguiente testimonio:

“Los sacerdotes católicos incitaban a cometer los mayores crímenes contra los serbios ortodoxos. Tuvimos que aceptar la conversión forzosa bajo las amenazas de represalias. El peor de todos era el padre Sidonjie Scholz. Éste ordenó asesinar a nuestro padre local George Bogic de la forma más bestial. Le sacaron de su casa por la noche y lo acuchillaron, cortándole la nariz, luego la lengua, las orejas y su barba. Después le abrieron la barriga y le ataron el cuello con sus intestinos”

Las atrocidades cometidas por las tropasustasha en contra de los serbios ortodoxos es tal que hasta los propios nazis estacionados en la ocupada Croacia se horrorizan tanto que incluso crean una comisión para investigar los crímenes, lo que constituye prácticamente una proverbial parábola del colmo del horror. El general nazi Dulkeman es apelado por la iglesia ortodoxa para que ponga fin al terror al que está siendo sometida. Reinhard Heydrich, el segundo comandante de las SS después de Himmler y organizador de la Conferencia de Wannsee donde se decidió la “solución final” al problema judío declara el 17 de febrero de 1942 en una carta a Heinrich Himmler:

“El número de eslavos masacrados por los croatas de la forma más sádica puede ser estimado en torno a unos 300.000. Es claro que el estado de tensión serbo-croata es originado por el odio de la iglesia católica hacia la iglesia ortodoxa.”

Cuando los nazis abandonan Croacia, sin embargo, estas atrocidades incluso se multiplican.

En la ciudad de Kasle, un grupo de monjes franciscanos toma fotos de sus “hazañas” mientras tortura y asesina a un grupo de 25 serbios ortodoxos. Existe abundante documentación fotográfica tomada por los propios asesinos, como también hicieran las SS alemanas, quizás convencidos como estaban, de que la situación de poder y terror que habían creado no habría de cambiar jamás. Este error fue cometido repetidamente por la jerarquía católica cuando, haciendo gala de un confiado júbilo al crearse el gobierno ustasha, no duda en alardear en numerosas publicaciones católicas(5) de cómo se había ayudado a los insurgentes a llegar al poder, de las conexiones con ellos en el periodo de preguerra, cómo los monasterios católicos habían sido utilizados para secretas reuniones clandestinas y cómo habían organizado a monjes y juventudes católicas de “cruzados” para apoyar a Pavelic. Stepinac es el presidente de la organización “Acción Católica” y sus organizaciones afiliadas como “La gran Hermandad de Cruzados”, la sociedad académica Domagoj, la Asociación de Estudiantes Católicos Mahnich y muchas otras a través de las cuales se canaliza el apoyo ideológico y logístico a la dictadura del poglavnik.

Y ¿cuál es la postura del Vaticano respecto al gobierno ustasha? Se puede resumir en los siguientes aspectos:

El Vaticano reconoce al gobierno ustasha de varias maneras. Pío XII envía a Zagreb como representante al legado oficial Ramiro Marcone. Marcone está en estrecho contacto con Stepinac y envía constantemente informes al Vaticano sobre el desarrollo de los acontecimientos in situ. Pío XII dice estar “perfectamente informado” sobre estos acontecimientos. A su vez, el gobiernoustasha envía también a su representante al Vaticano, el Dr. Nikola Rusinovic, reemplazado más adelante por Erwin Lobkowicz.

El Vaticano toma no obstante la precaución estratégica de no reconocer el gobierno de Pavelic de facto. Sin embargo, tanto Pavelic mismo como varios grupos de delegados son recibidos en audiencia en varias ocasiones por Pío XII con honores de estado, otorgándoles así el reconocimiento de jura.

Cuando la II Guerra Mundial toca su fin y las tropas partisanas de Tito y el ejército aliado llegan a Yugoslavia, los líderes ustasha ponen tierra de por medio. Ante Pavelic, Andrija Artukovic y Dinko Sakic huyen de Croacia (¡Ante Pavelic disfrazado, cómo no, de fraile!) y se refugian en el Vaticano. Desde allí se les consiguen pasaportes falsos con los que huyen a Sudamérica. Ante Pavelic, por ejemplo,  es acogido por el gobierno argentino de Perón, en el que es nombrado su asesor político personal a la espera de retornar a Croacia. En 1957 es herido gravemente en un atentado de los servicios secretos del gobierno de Tito, que le habían seguido el rastro. Tras el derrocamiento de Perón es acogido en la España de Franco, donde muere todavía por las secuelas del atentado el 28 de diciembre de 1958 en Madrid.

El juicio mismo llevado a cabo contra Stepinac es calificado por Pío XII comotristissimo processo y como una farsa. Algunos datos concretos sobre el juicio:

El gobierno comunista de Tito, consciente como era del peligro diplomático internacional que tendría el sentar ante un tribunal de crímenes de guerra a un arzobispo, convocó al enviado del Vaticano tras la guerra, el obispo Hurley, al que mostró las evidencias que se levantaban contra Stepinac y le advirtió de que, de no exiliarse inmediatamente, Stepinac sería irremediablemente sometido a juicio. Hurley propuso discutir esta cuestión en el Vaticano pero después de cuatro meses sin respuesta, la comisión de investigación de crímenes de guerra no tuvo más remedio que aceptar el silencio institucional como respuesta y arrestar a Stepinac.

Aun así se tomaron otras medidas preventivas para evitar la campaña propagandística que se sospechaba iba a iniciarse: el tribunal fue formado exclusivamente por jueces católicos para evitar la mínima sospecha de interferencia ideológica o religiosa. A su vez se invitó a todos los medios de prensa internacionales a asistir al juicio, invitación que fue seguida masivamente.

Y aun así, la primera reacción del Vaticano fue excomulgar automáticamente a los miembros de este tribunal(6). Las pruebas contra Stepinac fueron tan aplastantes que la sentencia contra él se hizo firme. Stepinac fue condenado a 16 años de prisión y trabajos forzados. Después de 6 años en prisión, como se nombraba más arriba, y a causa de la presión lobístico-católica principalmente desde EEUU, donde se crea un movimiento neo-ustasha que pretende derrocar al gobierno comunista e instaurarse de nuevo en el poder, se decidió cambiar la pena por arresto domiciliario. Cuando Stepinac muere por enfermedad el 10 de febrero de 1960 a los 62 años, su último deseo de ser enterrado en la catedral de Zagreb es concedido por el gobierno comunista de Tito. Su cuerpo se encuentra embalsamado en una cripta en dicha ciudad.

Años más tarde, y siguiendo la línea política respecto a los Balcanes, el Papa Juan Pablo II es el primero en reconocer la independencia unilateral de Croacia el 13 de enero de 1992 (dos días incluso antes que Alemania). Esta provocación diplomática desemboca en la guerra civil de los Balcanes que todos recordamos tristemente. Ni qué decir tiene que Juan Pablo II en su visita a Croacia para la beatificación de Stepinac no sólo no rindió homenaje a los millones de asesinados del gobierno ustasha, ni siquiera se dignó a visitar Jasenovac ni mencionó en ningún momento a sus innumerables víctimas. La versión oficial, por contra, es siempre: el Vaticano busca el diálogo de religiones (¡!)»