Pueblo saharaui, calvario en el desierto de lágrima y fosfatos,

Promesa ensangrentada de palabras vacuas y golpes de ignominia,

Te derriban y renaces con la cólera digna del resistente,

Madera de piedra y gritos, voz perenne la tuya junto al mar y a la arena.

Tus hijos engendran padres en lucha y bandera de fuego.

Imperios, aves de rapiña con picos de hierro,

cercan en balde tu esperanza , en vano ciegan tu clamor hacia los cielos.

No se apropian del sueño, no raptan tus sonrisas de altivez ganada.

El mundo en un abrazo, nación en el alma, escudo de ira contra la barbarie.

El tiempo se detiene, regresa y salta hacia el mañana

con caricias solidarias y puños implacables ,

que se estrellan contra el Rey de las monedas de oro.

Sahara grande, prodigio de sirocos y cánticos de combate,

¿hasta cuándo el largo frío helará la savia en las venas opresoras?

Corren los ríos en el infierno del Yugo,

El Aaiún se inflama y no baja su testuz frente a los golpes en seco.

¡Sahara en las conciencias, no nos dejes dormir!

La batalla se aproxima, de tus ánimas eternas

no se apodera la codicia.

De tus bocas sin soborno

no es patrimonio la derrota.

Desvístase la Muerte, que la Flor ya asoma…