El cetro pesa cual vara de acero,

y se hace serpiente cuando roza suelos;

con veneno riega el largo sendero

que no conduce a puertas de los cielos.

 

Del trono se levanta rostro fiero

que de las gentes libres tiene celos;

sabe que el odio por ser el «Primero»

rompe algunos de sus grandes anhelos.

 

Estandartes de gloria que pierden brillo

se estrellan ya forzados por el paso

decidido de un golpe de martillo.

 

A tiara oxidada no le hace caso

la frágil estructura de un castillo

más que harto de albergar al Gran Payaso.