(A Jos Jm)

El amor de hombre no está en lucha con la daga defensiva contra espurios capitales;

de joven sangre se elabora miel hirviente de agonía.

De hálito guerrillero son perfumados los campos de batalla

en que transita el rebelde de bata blanca,

el activo guardián con fármaco que emancipa.

 

No has sido tú un paso en falso en estos desiertos, donde pugna por nacer una flor pisoteada.

No has sido el canto abortado en la garganta digna de un vencedor vocacional.

Fuiste la llama cálida agitada en un vergel que a morir se resistía.

Por estar de pie sobre un piso de espinas, sangró tu alma,

renovando con júbilo pequeños mundos decadentes.

 

¿Quién quebrará tu porvenir, varón que pedalea hacia la meta necesaria?

Ni los barrancos se ahondan cuando caes tras el tropiezo,

ni deja de llover oro si tus lágrimas responden a la rudeza de los vándalos.

¿Quién cerrará la puertas al decidido andar de tu vida hecha esperanza?

 

La pasión de la carne se mezcla en tu palabra con el beso firme de tu silencio ausente.

Sin desfallecer, predicas trigo y das futuro imprescindible a las alas que despegan.

Experto en revelar maldades, promesa erguida de mañanas nocturnas;

rayos de sol en la tarde que amanece despierta después de cada combate.

¡No hay que conocerte para soñar la inteligencia en la cultura que brota!

 

Emerge tu contorno en la sombra iluminada.